miércoles, 18 de febrero de 2009

Cartas a tu corazón

Carta tercera:

Octubre de 1942

Que frágiles son las hojas de los árboles. Es otoño. ¿Recuerdas aquellos besos paseando por el robledal antiguo? Era otoño de amor. Ojalá fuera tan libre como las hojas y el viento pudiera arrastrarme hasta tus brazos, rozar tu pelo y abrigarte cuando tengas frío, pues no te cures de guardar tu cuerpo al atardecer, que es fresco por naturaleza y se llevaría consigo tu calor. Él es mi rival por tu hermosura.
Y que vacío se extiende donde la vista alcanza, callan los árboles y los hombres y pienso en ti entre el silencio. Echo de menos tu silencio cuando nos miramos a los ojos, cuando nuestros labios se unen, cuando te enfadas o cuando te marchas, pero ¿Qué ruido es ese? ¡Dulce ruido! También echo de menos tus latidos contra mi pecho, tu voz y tus pasos presurosos por tocarme. Así alimento cada herida, con silencio, con palabras del alma y con cada huella que dejaste en mis recuerdos. Y aunque estas palabras se perdieran en su curso y el tiempo y la erosión consiguieran borrarlas, incierta sería mi vida, pero jamás se rendirá tal sentimiento, el cual buscando en cada rincón estas cartas, absorbería hasta la última letra de amor y las llevaría hasta tu corazón para que las leyeras.

1 comentario:

  1. "Así alimento cada herida, con silencio, con palabras del alma y con cada huella que dejaste en mis recuerdos."

    Aún me acuerdo de esa frase... Ya sabes que me encantó, al igual que todas las cartas. Siempre te lo digo, pero.. escribes genial, primo, me encanta, en serio.

    Besos.


    PD: Gracias por prestarme la frase (:

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