sábado, 7 de febrero de 2009

Discurso a la ciudad

-Señores, señoras, me dirijo a vosotros con la misma determinación que lo hago conmigo mismo. ¿Os dicen algo aquellas siluetas rojizas bajo los árboles alimentadas por el sol? Su despertar ya ha perdido significado en nuestra mirada. ¡Al norte, al norte! El horizonte espera silencioso, magnífico y espléndido. Pero, ¿Cómo avanzar si hemos perdido el rumbo natural de nuestros pasos? Vosotros, ciudadanos; allí amantes, allí trabajadores, allí músicos o quizás poetas y escritores, tenéis en vuestros besos fugitivos la ternura, tenéis en vuestras manos el esfuerzo, en vuestros acordes la armonía y en vuestros versos la palabra.

Cae armoniosa en mi regazo la pregunta
Que pía bajo los árboles del viejo bosque.
Demasiado silencio a los lados del camino,
Temblorosas dudas ante el duro roble.
Dicen más del horizonte mis palabras,
Que el propio cielo de sus blancas nubes.
Dejemos florecer en su esplendor a la belleza
Bajo el manto de mil estrellas plateadas,
Sin dejar atrás el sentido de vuestra presencia;
Pues estáis rodeados de mundo de Norte a Sur,
Pero, ¡Alto! Parad e inundaos con vuestras respuestas,
El horizonte ya está iluminado, ¿Lo está el vuestro?
Al fin y al cabo el sol, como las cosas, sale a nuestro encuentro
Por el Este, y busca su humilde fondo en el Oeste.

-Porque, además, ciudadanos del mundo, no os pertenece el dulce canto de la Tierra ni la más profunda hondura de su cuerpo. Acunemos, pues, en nuestros brazos su belleza, que no se resigne la razón en las paredes del pensamiento. ¡A lo lejos! Mirad cómo colindan la virtud y el arte, naturalezas propias que culminan más allá del entendimiento. Veo en vuestros ojos tanto vicio como en los míos; siento en vuestro parpadeo la indiferencia y se escuchan tardíos los latidos. Apartad esa parte que, siendo también de sustancia natural, se identifica con nosotros y nos hace imperfectos. ¡Pero cuánta perfección en esas lágrimas que se precipitan por la inercia en las llanuras! El leve susurro del viento hace temblar las hojas como cualquier caricia de un amigo y una luz sincera ilumina el cielo como vuestras miradas el caminar de un niño. Mundo, ¿Nuestro? No, nosotros suyo.

-¡Qué más deciros, ciudadanos, amigos! Para nada intento persuadiros, sino más bien al contrario, medid mis palabras, juzgad mi voluntad sin olvidaros de juzgar la vuestra antes y, si el corazón aún fuera contrario a lo que digo, levantad la cabeza y mirad con el alma aquella bóveda cromática que describe el arco iris.

3 comentarios:

  1. Tu si que eres Grande...Grande como tus palabras.



    Sigue así.


    Diógenes.(L)

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  2. ME ENCANTA --> "allí amantes, allí trabajadores, allí músicos o quizás poetas y escritores, tenéis en vuestros besos fugitivos la ternura, tenéis en vuestras manos el esfuerzo, en vuestros acordes la armonía y en vuestros versos la palabra."



    hacía tiempo que no leía nada como lo tuyo, gracias por escribir así, por abrir el corazón y despertar la mente. Tus palabras hacen que brille el Sol en los días de lluvia.

    El mundo necesita de verdad gente como tú jeje. Un besito^^

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  3. Cristian me asombra ver lo Extraordinario que es tu trabajo ;)
    Y las palabras de Didi seguro que descubren una gran sonrisa en tu rostro.
    Me alegra que hayas conseguido escribir ¡tan bien!
    No lo dejes nunca (se que no lo harás)'el mundo necesita gente como tú'.:D

    Cris nos vemos mañana. Todo mi afecto. Marta

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